Un poco de historia

El galgo es una de las razas caninas más antiguas que existe y prácticamente poco ha evolucionado a lo largo de los siglos. Es probable un lejano parentesco con los lebreles del antiguo Egipto de los Faraones, debido a su gran parecido morfológico y a que los romanos pudieron hacer de “trasmisores” de esa raza hasta Hispania. También existe la hipótesis de que fueron los celtas los que, también a través del imperio romano, trajeron el galgo a nuestras tierras, descendiente de un antiguo lebrel gaélico, Canis Gallicus, y de ahí derive el nombre de “galgo”.

Hay referencias históricas del galgo en escritos romanos o pinturas en iglesias románicas, pero quizás tengamos en la literatura una de las referencias más famosas. Nos referimos al inicio de El Quijote, de Miguel de Cervantes, que dice así: ”En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.”

Es principalmente en esta época cuando el galgo toma gran importancia dentro de la vida diaria de todas las capas sociales y fue dejando de ser un perro destinado a la alta sociedad, afianzándose como herramienta para la caza de la liebre.

Existen tres tipos de galgo español, el de pelo corto, el de pelo duro y el de pelo largo (prácticamente desaparecido).

Hoy en día

En nuestros días el galgo en España es una mera herramienta para la caza. Sometidos a una vida terrible en manos de galgueros sin escrúpulos, la mayoría viven hacinados en pequeñas perreras en muchos casos sin apenas ventilación y luz, son víctimas de continuos robos y de un tráfico ilegal de estos animales sin ningún tipo de control gubernamental.

Son criados masivamente y siendo después “seleccionados” y sólo unos pocos “afortunados” servirán para correr y cazar liebres, el resto son exterminados de muy diferentes formas (la más famosa, el ahorcamiento en deshuso a “favor” de otros “sistemas” , tirados en pozos, ahogados en balsas de agua, sacrificados por veterinarios con ningún sentido ético, llevados a perreras municipales donde son sacrificados y exterminados masivamente, o simplemente abandonados a su suerte, muriendo en este caso atropellados, de hambre y sed, por cepos, por venenos….)

Se calcula que cada año en nuestro país mueren entre 50.000 y 75.000 galgos, aunque desgraciadamente no se tienen datos concretos, ya que la protección de animales al ser una competencia descentralizada en las comunidades autónomas ni siquiera hay un registro general, y esos datos son una estimación de galgos sacrificados en perreras municipales, es decir, sólo la punta del iceberg.

Y todo eso ocurre año tras año. No es raro encontrarse un galgo vagando por las carreteras, en los alrededores de una gasolinera, rebuscando comida en contendores en pueblos y ciudades…. Y sin embargo es como si todos ellos fueran invisibles, son como fantasmas… un galgo puede vagar durante semanas antes de que alguien realmente “lo vea” e intente ayudarlo, muchos incluso nunca tienen esa suerte.

Lamentablemente, la mayoría de los galgos apenas tienen contacto con personas, y cuando la tienen es con el galguero que los cría y no suelen recibir muy buen trato de éstos por norma general, por lo que cuando vagan por las calles o carreteras son animales huidizos, desconfiados de los seres humanos que tan mal le han tratado y suele ser muy difícil poder rescatarlos. Solo la paciencia de (auténticas) personas, poco a poco, facilitándoles alimento diariamente, pueden ganar la confianza de estos animales para poder rescatarlos y darles una mejor vida.

Esta cruda realidad no recibe ninguna respuesta por parte de las autoridades, tanto autonómicas como nacionales, que se excusan en la falta de denuncias o en los supuestos “beneficios” económicos de la actividad cinegética con galgos. Es importante denunciar, es fundamental presionar y no contentarnos con “es imposible”, “yo no puedo cambiar nada”, “no sirve de nada”…. No te des por vencid@, poco a poco se van sumando voluntades para parar esta injusticia, para cambiar.

El galgo como animal de compañía

Al contrario de lo que ocurre en España, y como con otras muchas cosas, en otros países europeos como Alemania, Holanda, Suiza, Francia o Finlandia, el galgo es muy apreciado como animal de compañía.

El galgo, a pesar de lo que se piensa, es un perro sumamente perezoso, le encanta dormir y dormir y volver a dormir. Son animales, por norma general, muy tranquilos que se adaptan perfectamente a la vida moderna en pisos. Son animales que no necesitan mucho espacio en el hogar, ya que, como hemos comentado, les encanta dormir.

Los galgos, desde que son cachorros, están acostumbrados a convivir con muchos otros animales en lugares pequeños, por lo que son muy sociables con otros perros. Además, el carácter tranquilo y noble de estos los hace idóneos para convivir con otro tipo de especies, siendo especialmente compatibles con gatos y conejos, a pesar de lo que se suele creer habitualmente. Son seres especialmente cariñosos y mimosos, tanto que a veces son bastante pesados!

El galgo es paciente y noble por naturaleza, son ideales para familias con niños o con personas mayores, ya que se adaptan perfectamente a su ritmo de vida.

En cuanto a sus necesidades no son muy lejanas a las necesidades que tiene cualquier perro, es decir, cariño, cuidados, rutina, 3 o 4 paseos al día, buena comida…. En muchos casos, y debido a la durísima vida que han llevado anteriormente, necesitan un poco de paciencia y más dosis de cariño para poder superar ese terrible pasado y abrirse a una nueva vida, pero una vez se ha conseguido es una de las cosas más satisfactorias que se puedan hacer, es una experiencia que os recomendamos al 100%.

La mayoría de los galgos que buscan un buen hogar son ya adultos, esto te garantiza que ya sabes de antemano cómo es el perro y no tendrás sorpresas como cuando adoptas un cachorro. En España está muy extendida la absurda creencia de que si el perro no llega a la familia de cachorro no podrá adaptarse a la nueva vida con ésta. Nada más lejos de la realidad, los perros, como las personas y otros seres, son absolutamente adaptables a cualquier circunstancia de vida, pueden aprender durante toda su vida. De hecho, el que el galgo llegue ya adulto a su nuevo hogar hay que verlo como una ventaja, es una adopción sobre seguro, conoceremos el carácter del animal y sabremos si se adapta bien a nuestra forma de vida o no, además, los cachorros de galgo son especialmente “trastos” y destructivos, lo que desaparece por completo cuando alcanzan la edad adulta.

Si un galgo entra en tu vida ten por seguro que ya no podrás vivir sin estos seres tan maravillosos. Atrévete a probar, te garantizamos que no te arrepentirás.

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